El almanaque suele ser cruel y su velocidad no nos brinda notificaciones cual red social para que nos acordemos de acontecimientos que marcaron un hito en nuestra historia. Por eso, el festejo por los 30 años de casete “Puerta de Escape” de la banda Séptimo Sello, aquella que liderara Pablo González junto a su hermano Gastón, quedó relegado y pasó a ser algo que “pudo haber sido lindo”. Pero en La Batea Magazine decidimos hacer justicia y a 31 años de la irrupción de Séptimo Sello, tuvimos un breve pero jugoso diálogo con Pablo González, alma mater de la banda y actual productor de muchas figuras del ámbito musical cristiano de América.
Pablo González siempre es noticia. A esta altura de su carrera inscribió su nombre en más trabajos discográficos de los que él mismo recuerda. Christian Canteros, Mariana Sa, Enrique Gómez, Daniel Olalla, entre otros, son solo algunos de los nombres de cantantes que, hace más de 20 años, confiaron en Pablo para que los produjera artísticamente. Muchos pasaron por su estudio, Supercielo, y en otros casos, fue Pablo quien recorrió kilómetros para prestar su voz o su guitarra en algunas producciones de terceros. Lo cierto es que su nombre debe estar, sin temor a un error matemático, entre los 5 músicos que más se mencionan en las fichas técnicas de producciones musicales de Argentina y resto de Latinoamérica. “No soy de llevar estadísticas”, confiesa Pablo, “pero imagino que debe ser así. Realmente no es algo que me quite el sueño batir records; sí me motiva el hecho de ser útil en todo lo que tenga que ver con la extensión de la música que lleva a la gente al conocimiento de Dios. Ya sea como músico invitado o, como en los últimos años, produciendo canciones, discos o presentaciones. La satisfacción que da saber que uno aportó su granito de arena para que un disco o al menos, una canción, salga a la luz, es incalculable”.

“Regreso 30 años en el tiempo y pienso en cuánto me debe amar Dios para permitirme hacer la carrera que hice”, evoca Pablo al momento de servirse un mate y mirar, con cierta nostalgia, un casete de “Puerta de Escape”, aquella primera producción de Séptimo Sello que lanzó en la primavera de 1994. Eran años de juventud y mucho rock, en una zona de la provincia de Buenos Aires que supo regalar artistas de este estilo de gran envergadura.
Aquellos años de amateurismo musical fueron los que catapultaron a la consideración pública tanto a Pablo como a su hermano Gastón. Ambos eran dinamita sobre los escenarios, y Pablo lo recuerda de esta manera: “Era una mezcla de heroísmo y un poco de temor porque éramos muy jóvenes, inexpertos, no sabíamos mucho de requerimientos técnicos, solo sabíamos tocar la guitarra y cantar. De a poco fuimos aprendiendo el oficio, pero al principio era un prueba y error permanente. La inexperiencia y cierta ingenuidad nos hizo equivocarnos y hasta perder dinero, pero lo que nunca perdimos fue la pasión que Dios había puesto en nosotros, de seguir adelante a pesar de los tropiezos”, enfatiza Pablo sobre aquellos inicios.
El tiempo fue pasando y la madurez se hizo dueña de Pablo, que no solo desataba toda su sapiencia compositiva y musical sobre el escenario, sino que su conocimiento lo llevó a explorar otras facetas en el arte de combinar los sonidos: el de la producción artística. Así fue que comenzó a estar del otro lado del mostrador, y desde su estudio de grabación, Supercielo, se encargó de encarrilar un sinnúmero de producciones discográficas, tanto de artistas emergentes como de aquellos consagrados que encontraron en Pablo a una persona fiable a la hora de producirlos musicalmente.
El tiempo llevó a Pablo a cruzar las fronteras y durante su estadía en los Estados Unidos continuó en su tarea como productor musical. Por supuesto, componer, cantar y grabar canciones propias permanecían a flor de piel, por lo que en este último tiempo nos regaló obras que son dignas de resaltar, como el disco “Uno”, cuyo corte de difusión “Te llamé” inundó las emisoras de radio de toda América y también las plataformas digitales. “Componer y cantar mis propias canciones siempre estuvieron en carpeta al tiempo en que me dediqué a pleno a la producción de otros artistas”, rememora Pablo.
Artistas como Rosangel, Román Ango, Daniel Prudencio y el ascendente grupo de adoración perteneciente a la iglesia Grace and Favor House, del cual fue productor musical del disco “Sopla Avivamiento”, han sido beneficiados con la sapiencia de Pablo a la hora de guiar los pasos artísticos de cada uno de ellos. Hoy, Pablo goza de un presente prometedor, con varias tareas musicales por hacer y muchos acordes pendientes a los cuales ponerles letra para salir al ruedo y deleitar a aquellos seguidores que durante estas tres décadas han sabido disfrutar a un músico de excelencia.